La esperanza de vida de una batería LFP puede variar, pero es relativamente prolongada. Si se mantiene adecuadamente, puede durar entre 10 y 15 años. Además, generalmente puede soportar más de 2000 ciclos de carga-descarga antes de experimentar una degradación significativa de la capacidad. La temperatura de funcionamiento, el comportamiento de carga y descarga, y la eficacia del Sistema de Gestión de Baterías (BMS) influyen mucho en esta esperanza de vida. En cualquier caso, las baterías LFP resisten el desgaste mejor que la mayoría de las químicas de baterías, lo que las convierte en un candidato confiable para sistemas de almacenamiento de energía a largo plazo.